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CADA PUNTADA EN MI MANDIL

A L.·. G.·. D.·. G.·. A.·. D.·. U.·.

 

Ciencia, Justicia y Trabajo

Resp.·. Log.·. Joven Mendoza 430

G.·. L.·. A.·. D.·. L.·. y A.·. M.·.

 28 de septimbre del 2022 (e.·.v.·.)

 

V.·. M.·. QQ.·. HH.·.

Trabajo en grado de aprendiz

CADA PUNTADA EN MI MANDIL

          El mandil tiene su origen desde las más antiguas costumbres hebreas y egipcias, en los antiguos gremios de constructores y picapedreros que lo utilizaban para protegerse de las contingencias de su trabajo.

Este trozo de tela en el grado de Aprendiz es blanco, que simboliza la inocencia, y es alegórica de la pureza; consecuentemente son dos de las cualidades y virtudes que la Orden busca y distingue en sus INICIADOS como hombres Libres. El mandil tiene una forma pentagonal, este superpone un triángulo (lo espiritual), a un cuadrado (lo material) cuando se encuentra la parte triangular levantada, ni uno ni otro ejerce supremacía , y únicamente deben adornarlo las alegorías y símbolos propios del grado en que se trabaja, en nuestro caso el blanco es representativo del trabajo, la pureza y la actividad, reflejando así nuestra buena voluntad y pureza de intención: Hemos pedido la Luz, hemos buscado la Verdad y hemos llamado a las puertas del Templo.

Desde la antigüedad el cordero ha sido considerado como símbolo de la inocencia, el mandil del masón debe ser de piel blanca de cordero. Las antiguas liturgias contemplaban en la Iniciación decirle al neófito, al tiempo que se le entregaba el mandil:

“Por la piel del cordero os recordamos la pureza de la vida y la rectitud de vuestra conducta, que son tan esencialmente necesarias para poder ser admitido en la logia celestial superior, donde el Mayor Arquitecto del Universo preside toda la eternidad”.

Hace unos días me di cuenta que mi mandil estaba algo descuidado, que ya no estaba inmaculado, quizás era por el mismo uso que le había dado o quizás era por sacarlo y volverlo a guardar del estuche en el que siempre lo cargo. Estaba algo percudido y además se habían saltado algunos puntos de costura entre la pretina y el delantal por lo que decidí ponerlo como corresponde, agarre aguja e hilo y me puse a coser, no me llevo más que unos minutos y realmente lo disfrute; llevaba tiempo sin coser, cuando terminé me sentí muy orgulloso por mi labor, había quedado casi como nuevo. Luego de haberlo puesto a prueba y utilizado un par de veces me di cuenta que mi mandil casi había vuelto al mismo estado en el que yo había decidido arreglarlo, que mis puntadas no habían sido tan buenas como creí; así que una vez más decidí ocuparme del asunto y admito que no me resulto tan “fácil” como la primera vez, hasta inclusive me pinche un par de veces.

Mientras trabajaba sobre el mandil metafóricamente se me ocurrió pensar que estaba trabajando directamente sobre mi piedra y que este se había deteriorado por las esquirlas de los golpes del mazo sobre el cincel; lo cual me llevo a cuestionarme si realmente estaba siendo constante y preciso a la hora de trabajar; si mi trabajo me estaba llevando a la piedra cubica que tanto busco o si en el proceso estaba deformando la piedra, si realmente estaba dominando mis pasiones, erradicando mis vicios y si el trabajo que estaba realizando me estaba llevando a ser una persona más virtuosa. De lo analizado me pude percatar muchos cambios que tuve de aquel mandil blanco que recibí en mi iniciación, de alguna forma tuve que abstraerme y mirarme desde afuera como si estuviera viendo una obra de teatro para darme cuenta de muchas cosas, que dentro de mi orden había caos y que de alguna forma estaba tratando de resolverlo y que para eso necesitaba ser una persona más constante, una persona más tolerante de la que creía ser, no solo para con el prójimo sino para conmigo mismo.

Reflexioné sobre estas imperfecciones, mis vicios, y habiendo tomado conciencia de ellas, ahora correspondía analizar si algunas cosas habían cambiado y cuales estaban presentes. Sin dudas el trabajo todavía no está del todo realizado, solo he ejecutado una parte del proceso. Aún no puedo sacarme el mandil, por el contrario debo ceñirlo más firmemente, pero ahora, reconociendo las aristas que permanecen y las que he pulido y superado, es tiempo de seguir adelante con el resto del trabajo de pulir mi piedra bruta, de pulirme. Es tiempo de tomar el mazo y el cincel con más energía y constancia.

 

 

Cumplido V.·. M.·.

 

Federico Nardi                                                            Pérez López Matías

Seg.·. Vig.·.                                                                                          Ap.·. M.·.

 

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