A L..G..D..G..A..D..U..
LOGIA JOVEN N° 430
Oriente de Mendoza, a los veintitrés días del mes de junio de 2.021 (e..v..)
SOLSTICIOS Y ESTADO DE CONSCIENCIA
V..M.. y QQ..HH..:
La Masonería en su concepción de los Solsticios nos dice que es la época en que el Sol entra en los signos de Cáncer y Capricornio, o sea en que llega a su máxima declinación septentrional y meridional.
De igual manera, las fiestas solsticiales, son las solemnes que celebra la Masonería Simbólica en las épocas en que tienen lugar los solsticios, dedicadas al reconocimiento y a la esperanza. Generalmente suelen designarse estas fiestas entre los Masones con el nombre de fiestas de San Juan.
La Masonería, según la gráfica definición de un erudito escritor, es la Ciencia del Simbolismo; y este simbolismo está probado, guarda la más íntima analogía con la Ciencia de los Ritos Místicos de las antiguas iniciaciones.
En todas ellas, el candidato simbolizaba el Universo; y el Sol, como principio y agente vivificador y fecundante por excelencia, constituía el principal objeto del culto y de la adoración.
La identidad del simbolismo, prueba la de su propio origen. Si abrimos las mitologías paganas, encontraremos en todas ellas un Dios a quien se evocaba en los sacrificios, que tenían como principal función regir los Templos e instituir los ritos misteriosos, guardando lo que denominaban Puertas del Cielo.
Los solsticios fueron llamados en el lenguaje metafórico la Puerta de los Cielos y de aquí los dos San Juan, nombre derivado de Janua, que significa Puerta, conque los cristianos sustituyeron los antiquísimos mitos paganos del Janus de los etruscos y del Saturno de los frigios y de los griegos.
Teniendo la Institución Masónica (dicen los más competentes intérpretes del simbolismo), la alta misión de ilustrar moralmente todas las clases del orden social, nada pudo hacer con más acierto que tomar por patrón y modelo de sus importantísimas funciones, el cuadro físico del curso y los fenómenos solares, amoldando los pequeños templos llamados Logias, al templo maravilloso e inconmensurable que nos presenta en conjunto la Naturaleza.
Por esto, el interior de las Logias nos ofrece las imágenes del Sol, de la Luna y de la Bóveda Celeste, sembrada de estrellas.
Existe un paralelismo entre los solsticios y la Tradición Iniciática como elementos simbólicos, lo que nos permitirá señalar su relación con la masonería, además que esto nos recordará que la iniciación es un proceso en constante movimiento.
Es por ello que se ha entendido desde antiguo que “La iniciación, del latín “initium”, es, por definición, el comienzo o la entrada en algo”.
Es el paso de lo profano a lo sagrado, en términos simbólicos es la regeneración del Ser. Siguiendo las enseñanzas de la Doctrina Secreta podemos entenderla como “el conjunto de los ritos, simbolismos, alegorías y lecciones iniciáticas que tienen como finalidad la mutación radical en la experiencia espiritual del sujeto iniciado”.
El proceso iniciático, desde sus orígenes, ha estado mediatizado por pruebas de carácter simbólico que guardaban características similares en los distintos ritos de la antigüedad.
Al respecto Mercíades Eliade señala: “Las pruebas de la iniciación revelan, en forma plástica y dramática, el acto mismo por el que el espíritu trasciende un cosmos condicionado y fragmentario, para volver a la unidad fundamental. Equivale a la mutación ontológica del régimen existencial, de manera que al final de las pruebas, el neófito goza de una vida totalmente diferente a la que tenía antes de la iniciación, se ha convertido en otro”.
Todo ello y en otras palabras, la intención final de lo que en la Doctrina Secreta se alude como “unir lo disperso”.
Las bases de la Tradición Iniciática en Occidente las encontramos en diversas fuentes que van desde los misterios egipcios, fenicios y los de Eleusis, hasta la doctrina pitagórica, pasando por los esenios, la Kabbalah e incluso por la tradición alquímica, todos ellos englobados en lo que se denomina Pequeños Misterios.
Por lo mencionado, podemos afirmar que toda iniciación en los misterios es una reactualización del mito, visto como estructura de sentido y que la iniciación, como tal, es la estructuración en torno a la muerte y a la resurrección, el paso de la oscuridad a la Luz.
En síntesis, la construcción de la Tradición Iniciática tiene como basamento diferentes elementos, que la Orden ha sabido amalgamar, formando de esta manera una estructura simbólica de carácter ecléctico.
Es decir, recoge los elementos más sobresalientes y de mayor fuerza simbólica, para incorporarlos en los rituales de los diferentes grados existentes.
No podemos hablar en consecuencia del simbolismo del solsticio, particularmente del de invierno, sin asociarlo al de verano; pues, en términos masónicos están indisolublemente unidos y son parte constitutiva de una estructura simbólica asociada a la Tradición Iniciática, es por esto que, necesariamente hay que referirse también al solsticio de verano, a fin de tener una visión integral del simbolismo solsticial.
Era en esos puntos significativos temporales cuando se realizaban los ritos, vivificando con ellos los mitos y trayendo al presente, aquél tiempo perdido en que la tierra se regía por las leyes del cielo.
Estos pueblos antiguos sacralizaron esos puntos y los representaron de forma física a través de templos y ciudades, construcciones que guardaban armonía con los puntos cardinales y con las estaciones, aspecto que la Masonería ha tomado en cuenta al momento de construir sus templos.
Los Ciclos Solares, los Ciclos Solsticiales más allá de su contenido Astronómico que es real y concreto, expresan la necesidad del Nacimiento y Muerte en todos los órdenes de la Vida.
Nacimiento a una nueva manera de vernos a nosotros mismos, a la Sociedad en que vivimos, a una concepción rica y creadora de la vida Espiritual que nada tiene que ver con la Superstición. Pero para ello se hace necesaria la Muerte; la muerte a las concepciones y estructuras que nos matan por dentro.
Nuestra ambiciones desmedidas, nuestro afán de poder descontrolado, nuestra insensibilidad a las cuestiones más esenciales de la vida, nos está llevando a una disgregación Humana y Social. Ya nadie se replantea su accionar, tanto en su vida personal como social. Estamos demasiado ocupados (profanizados dirían en la antigua Grecia) en competir.
En un mundo donde se valora lo que “se tiene” y no lo que se “es” y dónde abundan los aventureros, o al decir de la palabras de la Escrituras Cristianas “… dónde ladrones minan y hurtan…”, nos viene muy bien reflexionar en el significado profundo, mágico y espiritual de los Solsticios, tal cual lo hicieron los que nos precedieron.
Y así, las dos fiestas más importantes que se celebran en nuestra Orden son las de los dos solsticios, de verano y de invierno, que corresponden respectivamente al Sur y al Norte, al mediodía y a la medianoche y a los signos zodiacales de Cáncer y de Capricornio.
Estos dos puntos del tiempo eran llamados por los griegos Puerta de los Hombres (verano) y Puerta de Los Dioses (invierno).
La tradición hindú los identificaba como el Piotr-Loka y el Deva-Loka y también están relacionados con los dos perfiles del Jano de los romanos y con los dos Juan (bautista y evangelista) de la tradición cristiana.
Se decía que por la primera de las puertas salían las almas de los no iniciados que después de la muerte habrían de retornar a otro estado de manifestación y que, por la segunda, las de los que, gracias a la muerte y al proceso iniciático, habían conocido los estados múltiples del ser y las diversas dimensiones del tiempo y el espacio: logrando de este modo realizar el retorno a la Unidad, donde se recuperaba la inmovilidad del proceso en constante movimiento.
Por ello se ha entendido en Masonería que el mito de Jano era la representación simbólica de los solsticios, en donde las dos caras del dios representaban el pasado y el futuro, comprendiendo que el sujeto que asimilaba el símbolo, representaba la tercera manifestación, esto es el presente.
El simbolismo del solsticio o Jano bifronte, encierra un aspecto de temporalidad, es la representación del pasado y el porvenir; es decir, en términos masónicos, el reconocimiento y la esperanza.
He aquí la importancia superlativa del símbolo de los solsticios, que cobran esencial sentido en el iniciado y por sobre todo, actualidad plena.
Asimilar el símbolo solsticial en cada uno de nosotros, lejos de aparecer como un cuento lejano o difuso, se evidencia como la base misma de la Iniciación, de la transformación alquímica, que determinará el hombre nuevo que ha matado el profano y que se prepara en su conciencia para pretender crear Orden en el Caos.
Los solsticios representativos del ideal iniciático, simbolizan, al igual que el Delta griego, la puerta de entrada a la verdadera iniciación e indican perfectamente que en la Masonería tenemos y tomamos a nuestros viejos usos y costumbres como Piedra Fundamental del desarrollo de nuestras actividades.
Pero en lugar de estancarnos viviendo del pasado, debemos y tenemos la obligación de utilizarlas con miras al futuro para ser mejores y hacer mejoras en beneficio de nuestras familias, de nuestra comunidad, de nuestra nación y del mundo.
De tal forma, la expresión “Logia de San Juan” –Logia del Sol, de la Luz creadora-, viene a ser el apelativo de toda asociación de “Iniciados”, es decir, de seres humanos que transitan en el camino hacia la auto trascendencia mediante la Iniciación, término que, aplicado en su sentido más general se emplea para designar a todos los que han sido admitidos en los misterios iniciáticos.
Al celebrar y simbolizar el solsticio, los masones sacralizamos el tiempo en nuestras tenidas, al trabajar ritualísticamente “desde que la claridad del día disipa las tinieblas” y hasta que “el sol se oculta por el horizonte”, nos salimos del tiempo uniforme del mundo profano e ingresamos a otro tiempo en el que todo se hace simbólico.
Resumiendo lo antes expresado, encontramos entonces que la masonería ha adoptado para su enseñanza simbólica la recreación de los fenómenos naturales, y entre ellos aquel que cobra superlativa importancia para el pretenso iniciado, cual es la incorporación en el estado de conciencia del simbolismo solsticial.
En esta línea, hemos de tratar de encontrar el sentido esotérico de los símbolos masónicos e incorporarlos a nuestra consciencia, única manera de lograr un estado espiritual superador de las meras formas, encontrando la esencia propia del simbolismo que nos develará los secretos encerrados en los mismos.-
En este camino quizás y solamente quizás, nos acercaremos a los Grandes Arcanos, donde la realidad pierda su importancia al comenzar a vislumbrarse la Verdad.-
Y en este momento ya no me refiero a las “verdades” particulares de cada uno, sino la posibilidad cierta de acceder a la Unidad, primera necesidad del Iniciado, en tanto aspirante a reunir lo disperso.-
Participando de esta manera en la Doctrina Secreta iniciática, al incorporar al iniciado, la importancia de la regeneración del ser y la necesidad de la muerte para lograr tal como es, la manifestación solsticial esotérica.
Por ello, el entender que los solsticios simbolizan el ideal del Iniciado en cuanto a tomar conciencia de lo pretérito para matarlo y al mismo tiempo la visión clara y certera del porvenir, se manifiesta como ineludible para el masón.
Y esta dinámica permanente, nos evidencia la esencial importancia que, como Masones debemos darle al fenómeno esotérico solsticial, que en forma constante y actual, influye para lograr una iniciación continua y perpetua en la persecución del mejoramiento íntimo, necesario para ser parte de la Armonía Universal.
Todo ello explica que desde tiempos inmemoriales los Masones hemos festejado con las fiestas solsticiales los acontecimientos astrales, los que en realidad no son, ni mas ni menos que la representación clara de las esencias iniciáticas ordenadas en la Doctrina Secreta.
Concluyendo, el simbolismo iniciático de los solsticios aparece en consecuencia como el ideal mismo de la Masonería, para la transformación del Iniciado que de esta manera incorpora en su estado de conciencia, la esencia misma del significado de la Muerte y la Vida posterior, emanada de la primera.
H.. Ricardo Puebla